jueves, 20 de noviembre de 2014

En este proyecto vamos a explicar porque es importante buscar nuevas formas de trasladarse, porque los transportes públicos que, usan combustible para poder avanzar, generan smog. Cuando estos gases, quedan libres en la atmósfera, se combinan con los rastros de hidrocarburos atmosféricos, transformándose por acción de los rayos ultravioleta en una mezcla muy tóxica de poderosos oxidantes, que, deterioran la capa de ozono.
La contaminación consiste, básicamente, en la generación de residuos en un medio, que se introducen por encima de la capacidad, de este, para eliminarlos. No es pues, una cuestión de qué tipo de productos se introducen, sino su cantidad. La proliferación de estos residuos supone un desequilibrio grave en el bio-sistema, hasta el punto de llegar a imposibilitar la vida de las especies existentes. El agua, el aire y el suelo, son los principales medios contaminados.
La contaminación atmosférica comienza con la utilización masiva de combustibles fósiles en la industria y la automoción. Las ciudades son lugares en las que las concentraciones de partículas contaminantes son especialmente elevadas, junto con los grandes centros industriales.
En el mundo, los medios de transporte participan en un 95% en el consumo total de la energía fósil, con unos índices de crecimiento imparables en los últimos años en todos los países occidentales y también en las economías emergentes. En Europa, donde el transporte gasta una tercera parte del consumo final de energía, esta crece, no sólo en términos absolutos, sino y, especialmente, si se relaciona con las toneladas o con las personas transportadas.
Pero, ¿Por qué es necesario buscar otras formas de traslado?
Los coches, para propulsarse, tienen un motor de combustión interna alimentado por combustible, que normalmente es gasolina o gasóleo. Este combustible se quema durante su uso y emite unos gases que son expulsados por el tubo de escape.

Precisamente son estos gases, entre los que se encuentran el Dióxido de Carbono (CO2) y el Monóxido de Carbono (CO), que son emitidos a la atmósfera, contribuyendo al efecto invernadero y destrucción de la capa de ozono, creando una gran contaminación. Estas emisiones, además de ser peligrosas para el medio ambiente, lo son también para nuestra salud, ya que emiten más de 1.000 sustancias químicas peligrosas para nuestro sistema respiratorio. Además también ponen en peligro los cultivos, las plantas y árboles.

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